Colegio Público Sta. Bárbara (La Zarza-Huelva)

domingo, 6 de febrero de 2011

TESTIMONIO COMÚN DE LOS CRISTIANOS

(publicado en www.cope.es, 18-I-2011)

La Semana de oración por la Unidad de los Cristianos brinda la oportunidad de plantearse algunas cuestiones particularmente actuales: ¿Qué es el ecumenismo? ¿Por qué es importante el “testimonio común” de los cristianos? ¿Qué posibilidades existen en la “colaboración ecuménica”?


1.



El “ecumenismo” (la tarea  a favor de la unidad de los cristianos), se lleva a cabo de diversas formas: teológico o doctrinal (“diálogo ecuménico”), entre especialistas; institucional, entre las autoridades de la Iglesia Católica y de las distintas confesiones cristianas; espiritual, a partir de la oración de los cristianos; pastoral o práctico, con la colaboración de los cristianos entre sí en los ámbitos de la caridad, el bien común, la ayuda social y cultural, etc.
Los dos últimos niveles corresponden a todos los cristianos. Y es importante que cada uno se proponga colaborar, aunque piense que su aportación es solo un granito de arena.
Esto pide de cada cristiano una continua y efectiva renovación espiritual, enraizada en la oración y manifestada en la conducta. Requiere subrayar los valores éticos y ejercitar las virtudes: la comprensión, la paciencia y sobre todo la caridad con los demás cristianos, en los juicios, palabras y comportamientos; junto con la humildad para reconocer las faltas propias contra la unidad y la disposición al perdón recíproco. Todo ello debe estar presidido por la verdad.
Por otra parte, cada año se propone un tema que centra la oración y la colaboración ecuménica. El de este año (1) –sobre la base de la propuesta de un grupo ecuménico de Jerusalén– es: “Unidos en la enseñanza de los apóstoles, la comunión fraterna, la fracción del pan y la oración” (cf. Hch 2, 42).
Recordando estas características de la primitiva Iglesia de Jerusalén, hoy día los cristianos de esa ciudad luchan, en medio de las dificultades, por alcanzar la unidad más allá de las palabras, primero entre ellos y después con otros (en Jerusalén, entre palestinos e israelíes; en otras comunidades, la justicia y la reconciliación en diversos contextos).
2. Entre las intenciones de Benedicto XVI en relación con la unidad de los cristianos, está el testimonio común de los cristianos acerca de la paternidad divina (cf. Intenciones para el apostolado de la oración, mes de Enero 2011). Es decir, que todos juntos manifestemos, sobre todo con nuestra conducta, que Dios es nuestro padre. La paternidad amorosa de Dios es la gran novedad que Jesucristo trajo a los hombres y transmitirlo a los que nos rodean, el don más grande que podemos hacerles. Por ello es muy importante que nos esforcemos con obras en darlo. Y el más creíble testimonio de la paternidad es el esfuerzo por vivir la fraternidad, primero entre los cristianos, y después entre todas las personas.
En la práctica, esto pide: evitar las críticas y polémicas internas dentro de la propia confesión (¡en el caso de los católicos, entre nosotros mismos!); rechazar las polarizaciones ideológicas y las recriminaciones respecto de otras comunidades cristianas o eclesiales; omitir las expresiones y los gestos que puedan herir los sentimientos de otros cristianos; fomentar la comunicación, las informaciones y el contacto con ellos; cultivar las buenas relaciones en las familias, vecindarios y ambientes de trabajo, entre los cristianos y entre todos.
Los jóvenes pueden encontrarse con otros cristianos para profundizar en su fe, trabajar por la reconciliación –sobre todo en algunas regiones más proclives a los conflictos entre cristianos–, comprometerse en actividades de oración, estudio y colaboración sobre temas sociales y culturales.
3. En cuanto a la “colaboración ecuménica”, un cristiano no puede quedarse indiferente ante las necesidades materiales o espirituales de los demás. Hoy su contribución a la salvación puede ser más eficaz si la hace junto con otros cristianos, porque esa unidad es un testimonio de fe. Con otras palabras: las separaciones actuales entre los cristianos son, ciertamente, un límite y un obstáculo a la evangelización; pero la colaboración conjunta a favor de otros puede ser, también para los cristianos mismos, un don que les ayude a redescubrir lo que les une y vencer los obstáculos a la unidad, en orden a la misión que todos los cristianos han recibido de Dios.

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